Esta compañía nace en Guadalajara, Jalisco, en 1992. Desde entonces, privilegia la experimentación como el detonador del proceso creativo y del encuentro de una voz propia. La compañía fundamenta su quehacer en la búsqueda de libertad interior y espiritualidad, no exenta de un compromiso profundo y de un rigor absoluto. Actualmente tiene su sede en Guanajuato y desde ahí construye puentes de colaboración con artistas de diferentes latitudes.

Una Entrevista Inversa

LOLA LINCE, UNA ENTREVISTA INVERSA
Por Alanna Lockward


Señor@s
XXX
Su Despacho
Berlín, 12.05.10


Escribir sobre Lola Lince me produce una gran alegría. Podría decir que es un honor, que también lo es, pero verdaderamente lo que genera en mí esta tarea es un gozo profundo, una celebración multidimensional.

En la dimensión artística, he compartido una época muy intensa del trabajo de Lola como solistas de ballet clásico y danza contemporánea en el Ballet de Cámara de Jalisco y el Grupo Integración de Danza Contemporánea de la Universidad de Guadalajara, respectivamente. La dedicación con que Lola Lince trabajaba en la barra y en el centro, y en los escenarios poco convencionales donde la programación universitaria nos llevaba era idéntica. Podía desconectarse con una facilidad inmensa de la “realidad” y mantenerse en una vibración llamémosla dancística, porque es lo que al caso viene, pero también podríamos calificarla como metafísica, sin la más mínima distracción. Eso me maravillaba y continúa generando asociaciones de todo tipo en mi memoria. Lo primero que me pregunto es si alguna vez he encontrado a alguien con esa fuerza interna, con esa conexión inquebrantable con la integridad del sudor propio y el amor por el misterio del movimiento; y la verdad es que no. He tenido la oportunidad de trabajar con bailarines y coreógrafos en diferentes lugares del mundo, desde el Caribe hasta Nueva York, Sídney y Berlín, y no he encontrado a alguien con la cabeza, el alma y el cuerpo vibrando armónicamente de una manera tan poderosa como en el caso de Lola Lince. Por fortuna y circunstancia eterna, disfruté cada segundo de su presencia en mi vida y guardo de esa intensidad un archivo inagotable.

Como historiadora del arte y curadora independiente, actividades que he ejercido tras casi dos décadas de actividad dancística, me interesan los artistas que conectan la vida cotidiana, sus glorias y precariedades, con el arte. La obra coreográfica de Lola Lince, a la que he tenido acceso gracias a la tecnología, se inscribe dentro de una tradición que además de abordar la creación desde esa perspectiva, asume la dimensión espiritual del ser humano como material, como herramienta. Hablo de Linda Montano, Marina Abramovic y Vassily Kandinsky entre otros grandes que nos han enseñado a escribir con los códigos de lo impalpable y a dialogar con la “realidad” a través de nuestro cuerpo y espíritu en una pulsión cósmica que sólo cobra sentido en el presente. El proyecto actual de Lola Lince es una empresa visionaria, articulada en el lenguaje característico de su autora, una mezcla de rigor poético y misteriosa expansión de los sentidos. Lola se exige muchísimo a sí misma, y nos exige que la leamos desde allí. El reto es insondable, como todo lo maravilloso.

Confío en que estas breves palabras cumplan su tarea introductoria con la transparencia que amerita esta circunstancia impredecible. Jamás soñé que algún día me tocaría convertirme en una referencia para Lola, cuando verdaderamente me he creído siempre todo lo contrario. Le agradezco a la vida, profundamente, por esta oportunidad. Estoy a vuestra disposición para cualquier información que necesiten.

Invitada por Moira Pujols (bailarina clásica, compañera del Colegio y ahora editora) a contribuir con su revista cultural en castellano publicada en Chicago, en una edición dedicada a la danza en México, por la obviedad de las razones expuestas en la carta previa mi opción natural fue Lola. Uno de los artículos perfilaba el trabajo de un bailarín de Butoh. Como esa es una de las pasiones de Lola, donde ha desarrollado inefables experiencias, incluyendo colaboraciones en escena con las grandes luminarias durante sus estancias en Japón. Pero es sobre todo con Nakajima Natsu, heredera del legado de Hijikata Tatsumi y Ohno Kazuo, que ha compuesto Komachi Stories, estrenada en la edición 33 del Festival Internacional Cervantino, y la más reciente Las Máscaras de Lilith. La trayectoria de Lola con el Butoh le ha merecido aclamación crítica internacional y además el ingreso en el prestigioso Sistema Nacional de Creadores de Arte de México. Por lo tanto, le pedí que enfocara el proyecto de entrevista que explicaré a continuación en este sentido. Para variar, el resultado fue tan inesperado que el Butoh ni siquiera aparece. Así es Lola.

Visualicé una autoentrevista inspirada en un género practicado hasta sus últimas consecuencias por la pionera del performance, Linda Montano. En sus autoentrevistas, Linda Montano crea personajes ficticios que la ayudan a explorar dimensiones ocultas de la entidad que ha asumido en este plano material la persona con ese nombre. Este trabajo lo ha realizado tanto en performances en vivo como exclusivamente por escrito. Traté de explicarle a Lola mis intenciones y al cabo de varios meses se atravesaron las circunstancias que debieron suceder para que en lugar de una autoentrevista me llegara el día de hoy, hace apenas unos minutos, su texto; gracias Moira por tu fe, y tu paciencia.

Lo que sigue surge de la nada, según Lola, pero sabemos que esa nada tiene un linaje escondido en nuestro primer encuentro en un taller del maestro Ronald Emblem de la Royal Academy of Dancing, en el Distrito Federal, cuando con su rigor poético característico, profético, ahora sabemos, me contestó sin el menor titubeo que por supuesto, cuando le pregunté si el origen de su apellido era alemán. Más tarde, el maestro y coreógrafo, Pablo Serna, comentaba nuestra rebeldía en su clase de técnica Limón y Horton de no respetar su obsesión con los innumerables grand-pliés en segunda posición, aludiendo a ese talento de Lola tan particular. Y yo la imitaba, claro está; hacíamos puras mentiras, decía El Gran Maestro Pablini. En las larguísimas conversaciones que teníamos luego de sudar por seis horas, y sin quitarnos la ropa de clase y ensayo, casi siempre invariablemente frente a varias tazas de capuchino y unos pasteles de antología en un café de la ciudad de las jacarandas moradas, Guadalajara, Jalisco, le dedicamos muchísimo tiempo a “De lo espiritual en el arte”, de Kandinksy. Igualmente a los sueños con extraterrestres de Lola, que me provocaban una envidia santa porque a mí jamás se han dignado a enviarme algún mensaje o asustarme con un secuestro maravilloso. Definitivamente vivíamos del aire y en el aire.

Esta autoentrevista no transcurrirá para ustedes como para mí en dirección inversa y ha cumplido a tope con su destino de revelación. La idea de no limitar a Lola y dejar que su voluntad de asociación libre se expandiera a la medida de sus pulmones y apoyada en esos pies legendarios se ha consagrado. A partir de lo escrito por ella, con el título “Arquelogía de mi intimidad”, las preguntas formuladas por mí han sido elaboradas a posteriori. Comienzo en este presente de correo electrónico recién abierto a preguntar al revés. Salud, y buen domingo.

P. ¿Cuál es la configuración astrológica de tu arqueología íntima?
R. Nací con el sol en Casa 5. Júpiter, mi regente, es decir Sagitario de corazón, con el sol en Leo y la luna en Escorpio. Esta Luna en Escorpio es tal vez la culpable de toda la escatología que permea mi trabajo creativo, mi Danza. Tal vez sea esta fuerza inconsciente la que me ha empujado misteriosa y decididamente a abandonar el ballet clásico y buscar otras Formas expresivas para dar rienda suelta a “Eso” que no me abandona desde mi primer día de clase. Una combinación de fuego y agua en mi mapa astral natal son también la respuesta a esta pasión, fe, impulso puro para permanecer en la línea de fuego a pesar de todo y sobre todo, todo, todo. Esta fe que se abre al campo de la belleza o me regresa a la belleza de la fe siempre…fuego y agua dan forma al arte de mi danza.

P. ¿Y el agua, qué caminos ha trazado en tu trabajo?
R. No sólo mi infancia, también mi juventud y mi vejez han sido marcadas por el sino del agua. ¿“Con quién habla Virginia caminando hacia el agua”? Mi primera clase de ballet: una tarde lluviosa, augurio de fertilidad que me acompaña siempre. Aún en las estaciones más estériles del viaje un trueno preludia lluvia…Y vuelvo a mi primera clase: demi plié relevé, demi plié estiro, demi, grand plié, demi estiro…el pianista me mira de reojo: “Esta muchacha tiene cara de bailarina antigua, ¿no te parece Claire? ¡Y qué pie!” Hundo mis manos en el agua de la pila de mi infancia para tocar el agua que baila, que gesticula, que se ríe, se carcajea…va a destiempo con el tiempo de su propio bullir. A destiempo con el tiempo de la obertura de la Quinta de Beethoven que tanto ama mi padre, cadenciosa como la voz tuya padre…cuéntame Una noche en la árida montaña… Mi madre con su túnica azul se desliza silenciosa en el corral de la casa. Huele a fruta podrida, fermentada en el suelo, a Huele de Noche, a Lima Amacueca. Mi madre camina, baila la danza del silencio, o es el Vals Triste de Sibelius? 123 123 123 fue la primera estación, la estación del asombro, la primera iniciación, envuelta en mi túnica azul, azul…escucho los acordes…de verdad son tristes y es que bailar, madre mía, es tu forma de honrar a la tristeza, de exorcizar el dolor, de ir más allá del dolor y la tristeza, inhalo, exhalo, respiro la dimensión de la danza. Saco mis brazos del aguaje de noche, el agua duerme, mis dedos son algas luminosas de donde viene el impulso para mover mis dedos…del corazón nace la danza…de la perfección del corazón infantil.

P. ¿Algo más sobre los planetas en tu cosmología personal?
R. “Por fortuna no tienes cuadraturas con Marte”. Viajo en trasatlántico hacia Londres,…cisne salvaje al fin…cisne sin corona deslizándome sobre el Támesis. Conquistar París, Rusia, Berlín, bailar el entusiasmo de las ménades. Destrozar a Orfeo, bajar como Eurídice al infierno, bailar el desasosiego de Perséfone, la desesperación de Deméter, bailar la inocencia del Danubio en el Alba, bailar el río, ser el río. “No te confíes de las olas”…

P. ¿Qué me dices de la quiromancia?
R. Una línea atraviesa la palma de mi mano. Es la línea del destino, destino implacable…destino no soy yo quien habla, yo Lola, yo Isadora, Deidre, Virginia, Victoria, es el sueño; no era yo quién soñaba, soñaba la bóveda del destino, radiando en el sueño, soñaba lo inalcanzable, soñaba lo extraterreno; ángeles boticcelianos, el bautizo, el nacimiento como mujer renacida, como mujer-arte ungida con la esencia del Arca de la Alianza, ungida por las cristalinas cascadas de luz…pero no soy yo quien habla, es el sueño.

P. ¿Cómo has logrado conciliar los elementos de tu carta astral?
R. ¿Es que el agua y el fuego se concilian? Huele a pino, a flores de Santa María, huele a río lodoso… ¿Cómo ocurrió madre? Ser la continuidad de esta onda infinita, esta línea ondulante que apunta al infinito para perpetuarse en lo eterno. Línea que se rasga, se desgarra, se fractura, se desquebraja, como este fósil griego; línea que atraviesa el sueño dorado, el esplendor del arte helénico sostenida por la energía de un arte mayor, tu arte madre que es el regreso al orígen mismo de la poesía; sin aliento el aliento y sin aliento habla el sueño…? ¿O es sólo un viejo coche en el fondo del Sena? “Tienes a Saturno en Casa 1”. Me zambullo en el agua. Rescata madre el cuerpo luminoso de tus hijos. No permitas que el llanto desdibuje tu sonrisa que tanto amo. Dame tus manos, tus manos que han hablado con la lengua de los dioses, dame tus manos frías y bailemos pues. Escucho tu latido, ¿o es el Danubio, Azul como querías? Siento tu aliento como lengua de un antiguo fuego.

P. Nunca hemos hablado de tu accidente. Recuerdo con una claridad de reloj la sensación exacta y las circunstancias precisas del momento en que me enteré. Frente al estudio de Lucy Arce, venía a presentarte a una amiga queridísima que estaba de paso en Guanatos y como no te encontré me paré a preguntar en el puesto de tacos del que era tu marido, y me dijo el chico que atendía el puesto: “La señora Lola tuvo un accidente y está en el hospital”. Luego me fui de Guadalajara, después de diez años de vivir en tu país, acosada por mi destino pero siempre con la sensación de haberte abandonado: ¿Me has perdonado Lola?
R. “No sé cómo pasó…fue como si un rayo partiera un joven roble y lo convirtiera de súbito en cenizas, el juego se ha agotado, los ángeles han huido…léanme a Rilke”. Lo divino ha desfallecido y lo humano siempre ha sido débil. Hundo mi pie en el agua, pie con memoria de otros tiempos. Pie con impulso de vuelo y memoria de fruta fermentada en la suela del zapato. Estos pies son extraños… fuertes como los de un caballo… ¿Será sagitario que se expresa en mis pies que lo único que desean es amar, bailar, alzar el vuelo de cisne salvaje de cisne sin corona, de nuevo acogida por la Forma pura? Recostada en esta cama de hospital llamo a mi pie, le digo palabras amorosas; el dolor es algo muy extraño, igual que la blancura de estas sábanas, “El abismo es blanco” dice Nerval.

P. Sí, tenías la costumbre de hablarle a tu pie mientras estirabas la pierna en la barra. Alucinaba contigo.
R. Madre el agua es fría. Baila la melodiosa inmortal música de la noche suave impulsada por el aliento tiernamente duro de la luna. “¿Florecerá el cadáver que plantaste en tu jardín?” Sí, quiero ir a ese lugar donde el arte se sublima, hender el espacio, desaparecer… Cisne salvaje al fin, cisne sin corona. Se va el sueño y con él también quien sueña. No llores pequeña, tu pie de bailarina es perfecto.

Lola Lince
Guanajuato, México
29 de julio del 2010

Alanna Lockward
Berlín, Alemania
1º de agosto del mismo año